Llevo varios días pensando en cómo comenzó
nuestra relación. Él me confesó que mantenía relaciones con una chica, pero más
como despecho a su reciente separación, que porque sintiera algo por ella. Más
bien al contrario, quería contarme los sentimientos que tenía hacía mí, porque “le
pesaba” no sólo esa situación, sino la de que su ex, también quisiera volver
con él. Puso tierra y espacio durante unas semanas, tras su confesión, y conseguí darle la oportunidad de seguir en contacto con él, sin escuchar a mi cabeza
que me decía: “¡ni loca!!!!!”.
Al volver
a vernos, él tenía claro que iba a intentar tener una relación conmigo. Yo,
intenté igualmente que mis prejuicios no me condicionaran y tal vez fuera en aquel momento, cuándo deberímos haber aclarado qué significaba “tener una
relación” para cada uno.
Yo,
divorciada hace casi 20 años y sin haber convivido con nadie desde entonces. Él,
“conviviendo” con una mujer –con la que nunca se casó ni hizo papeles- durante
26 años, y que en un viaje a Australia –al que él decidió no acompañarla- ella conoce a un
joven de quien se enamora y cuando se lo confirma a la vuelta, él deja la casa.
En estos
casi 2 años de relación, las únicas expectativas o proyectos en común, han sido “nuestras
vacaciones”, aunque yo he tenido, a parte las mías -con mi hijo- y él las suyas con amigos
(7 semanas por Sudamérica). Me doy cuenta que nunca hemos conseguido un comportamiento lineal emocionalmente y que los altibajos son muy recurrentes.
El otro día escuché que una relación de pareja estable se diferencia de un amor pasajero en que existen
planes de futuro en común, es decir, existe una visión del amor más a largo
plazo, con proyectos e ilusiones compartidas. Nosotros no los
tenemos: salvo las vacaciones –repito-.
No sé cuándo
deja de doler una herida como la “infidelidad”, yo no la tengo, pero si la de
la “distancia afectiva” y esa se me abre con cada distanciamiento o con su “no
correspondencia”, como la que estamos viviendo nuevamente.
Llevamos
una semana sin comunicarnos. Alejados. Sin que ninguno de los dos tenga la
fuerza, las ganas o la ilusión de dar el primer paso para acercarnos. Entonces, ¿estoy viviendo un amor pasajero? ¿está
abocada al fracaso esta relación?
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