domingo, 22 de septiembre de 2013

LA DISCRIMINACIÓN DE LOS DESPROTEGIDOS



Me casé con una persona “de izquierdas”, al menos así se consideraba él: alguien para quien son prioritarios los derechos civiles frente a los individuales. Sin embargo, a la hora de establecer la cuantía o “pensión de alimentos” para su hija, firmó una cantidad que no cubría ni lo que, por aquel entonces, costaba el colegio.

Habiendo estudiado Políticas y Sociología, he ido observando cómo, el padre de mi hija, lejos de defender y velar por el bienestar de su hija (como parte de las ideas políticas de izquierda), llegó a decirme, en su día, que “encendiera velas” si no podía pagar la luz, pero que la niña no se cambiaba de colegio “sólo” porque yo no podía asumir el gasto.

Tengo que aclarar que “intentando” que nuestras diferencias económicas a la hora del divorcio, no fueran desiguales, accedí a vender la casa familiar (que ya estaba pagada) y cada uno compramos nuestra propia casa. Ni qué decir tiene que él ganaba mucho más que yo y que jamás la ha necesitado para vivir. De hecho, nunca ha vivido en ella.

Ahora, salgo con una persona que es “sindicalista”, o sea, que pertenece y ejerce, como parte integrante que es, de un sindicato. No importa cuál, ya que, con unas siglas u otras, la razón de los sindicatos es la defensa y promoción de los intereses profesionales, económicos o sociales de todos sus miembros. Al menos en teoría.

Si entendemos “la pareja” como un Sindicato, (en nuestro caso el Sindicato X), parece que tendría que resultarle fácil a él “defender y promocionar a los miembros de este sindicato” (es decir él y yo, en conjunto).

Defender y promocionar el interés de una pareja, es lo mismo que proteger y conseguir un beneficio para ella. Es tan obvio que resulta una perogrullada.

Sea como fuere, hace mucho que creo que no prosperan las parejas que, no sólo no se ofrecen atención mutua, sino que no buscan “proteger y promocionar sus propios intereses” (es decir, los de la pareja).

Tanto este sindicalista, como aquel izquierdista, deberían hacer de sus ideas políticas su filosofía de vida, pero …. en ambos casos, cada uno “vela” por su propio interés (que no digo que esté mal), pero sí, si es a costa de los demás.

Hoy, una parte de este Sindicato X, ha obrado de forma “individual”, como “persona única que es” y ejerciendo su total libertad, se ha marchado a pasar el día en moto sin informar y, mucho menos, tener en cuenta, la opinión de la otra parte (lo que sería el resto de la colectividad).

Vendría a ser lo que defienden los liberales o centroderechistas, ¿verdad?, ya que un socialdemócrata, hubiera sido más solidario,  adhiriéndose a lo que “ambos” hubieran convenido hacer, que redundaría siempre, en el beneficio de la pareja (o miembros del Sindicato X).

Ni qué decir tiene que soy yo, nuevamente, la parte “no atendida”, la parte “no escuchada” … y vuelvo a sentir “que no tengo derechos”, porque abusaron ya de mí, siendo niña, pero, ni siquiera de adulta, puedo sentir que se me tiene en cuenta.


Me pregunto si alguna vez, encontraré alguien cuya moral, sea idéntica a su ideología y quiera escuchar “la voz” que me silenciaron desde niña y que ahora, ya adulta, sólo pediría consideración, respeto y cuidado.

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